
El barrio de La Boca tiene misterios. Vicente Walter es uno de ellos.
Desde Mataderos aterrizó en un caluroso carnaval boquense para quedarse 40 años en este barrio de la ribera. Su estilo de vida era subversivo.
Fue un artista-escultor-albañil que tiñó su obra de la temática popular que linda con lo sublime. Su genialidad estaba equiparada a la del maestro Benito Quinquela Martín.
Creó más de 400 grandes murales con cemento y arena en alto relieve. Su obra respira en el paisaje de los barrios de La Boca, Isla Maciel, Barracas y Quilmes.
Su técnica era la de un obrero que usaba cuchara de albañil y balde. Dibujaba y esculpía tridimensionalidad con el cemento fresco, logrando dar vida a las figuras populares. Sus manos eran mágicas, hacían brotar en los muros rostros rogando quimeras, manos yugando nostalgias y torsos sudando querencias lejanas.
Vicente eternizaba escenas cotidianas de trabajo, de barcos y del Riachuelo, trocándolos muchas veces por un plato de comida para él y sus 18 gatos.
Era habitué de la cantina Los Amigos, en la calle Olavarría y Necochea. Algunas cantinas, ostentan además sus bellos frescos pagados con “morfi”.
También podemos destacar altorrelieves en las fachadas del Bar La Perla, los angelitos del Samovar de Rasputín y el friso de la casa de velatorios Cichero. Otros, ya son fantasmas que deambulan por la ciudad.
Foto: Maggi Persíncola.
Maggi Persíncola es actriz, dramaturga, directora, fotógrafa y gestora cultural.