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“Lo que más impresionaba de él era cómo usaba su arte para mostrar lo que veía en la realidad. Cuchara de albañil y balde, a mano, retrataba las caras y vecinos humildes con los que se relacionaba”, recuerda la artista plástica Fabiana Valigiusti. Habitué de la cantina “Los Amigos” de calle Olavarría y Necochea, allí se pueden encontrar algunos de sus trabajos, que en total son más de 800 desperdigados por Barracas, La Boca, Constitución y Quilmes. Durante el tiempo que vivió en el conventillo de Magallanes y Pedro de Mendoza, una de sus pocas amigas fue su vecina, Fabiana Valgiusti, quien heredó, a su muerte en 2004, sus herramientas y muchos de sus trabajos de pintura. Las esculturas quedaron para todos. “Trabajaba para los vecinos, no tenía un espíritu mercantilista”, cuenta Fabiana, con quien lo unía una amistad mediada por el arte en común y el amor por el barrio. Recuerda, además, que Walter muchas veces trabajaba por comida: “Para él lo importante es que la obra estuviera en la calle, no hacer dinero”. Lejos de las luces del centro, de las galerías de arte y la crítica especializada, Vicente Walter vive en el centenar de murales que dejó en nuestro barrio.

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